viernes, 25 de febrero de 2011

Grandiosa empresa

Subtítulo del artículo.

Lo más asombroso, en cuanto a las conclusiones del documento mencionado, está en la contribución pedida a cada trabajador para llevar a cabo la grandiosa empresa abastecedora: una sola hora cotidiana de labor.
Abramos un paréntesis para analizar los guarismos aportados por el profesor Arturo A. Phillips, a quien debemos los datos expuestos acerca de la disminución incesante de la actividad laboral.
Durante los siglos XVIII y XIX el hombre trabaja 3900 horas por año, es decir aproximadamente once horas por día. En la actualidad, teniendo en cuenta domingos, feriados, asuetos, licencias por vacaciones y huelgas, la cantidad de horas anuales ha decrecido hasta la suma de 1500, o sea 4 horas diarias efectivas.
De acuerdo con el pronóstico de los especialistas, en 1995 se trabajará no más de 670 horas anuales, con un promedio diario de una hora y fracción. Ha transcurrido medio siglo desde la publicación del sensacional informe. Y a lo largo de estas cinco décadas mucho es lo que se ha avanzado en el campo de la productividad.
Hoy las denominadas "máquinas inteligentes" o "cerebros electrónicos" se hallan en condiciones de realizar lo que en el pasado quedaba exclusivamente supeditado a los dictados de la mente humana.
Por supuesto que tales máquinas inteligentes requieren, en alguna fase de su actividad, la iniciativa del hombre. Pero aún así cumplen su función con notable velocidad y acierto y, sobre todo, al margen de las imprevisibles alteraciones propias del consabido "factor humano".
Con tales máquinas inteligentes quedó inaugurada la informática, o sea, según una ya clásica definición "la ciencia que trata de los métodos y procedimientos cuya finalidad es la sustitución del operador humano por un operador artificial en la ejecución de una tarea física o mental programada"
En esta era de la cibernética el papel del hombre terminará por circunscribirse al de programador o fiscalizador del cumplimiento de los planes trazados. Científicos, investigadores y tecnólogos encararán la recolección de materias primas dispersas en distintas zonas, así como su elaboración y el posterior transporte de los productos resultantes a los centros de consumo.

MASA DE OCIOSOS

De esta manera, una planificación en escala mundial basada en la informática podría llegar a proveer las mínimas exigencias de alimentación, alojamiento, indumentaria, educación y diversión de los 8mil millones de seres humanos que habitarán la tierra en el año 2000.
Ahora bien, dado el salto tecnológico gigantesco dado desde 1931-fecha de la aparente quimera roosveltiana- la hora diaria de trabajo por persona se convertirá, al iniciarse la próxima centuria, en innecesaria obligación.
Un grave problema vendrá, sin embargo, a reemplazar el del "stress" originados en la maldición bíblica que condena a los hijos de Adán a ganarse el pan con el sudor de su frente.
En efecto, ingentes masas de ociosos vegetarán en la ciudad y el campo. Y cabe preguntarse cómo se resolverá la cuestión de dar empleo, correspondiente a sus enormes reservas de tiempo disponible, a esas multitudes rescatadas de la dura disciplina de la jornada laboral. En tal sentido, el concepto de ocio deberá evaluarse desde un ángulo diferente al aceptado hasta el presente. En la actualidad el ocio sigue gozando de pésima reputación y, conforme a una máxima tradicional, se le asigna la maternidad de todos los vicios.

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