viernes, 16 de septiembre de 2011

Más poemitas

I. "AUTO EMPUJE"



Observar rápida y profundamente el

cadáver de lo que fui.

Confirmar que ya no existe, que no es.

Asegurar mi nuevo ser,

mis otras mejores luces;

dejar todo aquello que aconteció

en un baúl añejo y distante.

Amanecer con el sol; ser unidad

con la ascensión del día y estar en ella.

Sentir la verticalidad del espíritu

y proyectarla a toda mi persona.

Salir a andar nuevamente...

nueva.

Saber que vivir es esto:

matar lo que ya no es y

apenas

recordarlo
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VIII. “DESPUES DE EMIGRAR”



Como si no quedaran ya

más vuelos.

Como si aquélla vez

sentida última y divina

ya no viniera más a mí.

Como si mis alas dejaran los altos

y se quedara

apacible aquí

en lo llano.

Como si mi corazón trizado

por las despedidas no

volviese jamás a recomponerse...

Los amigos allí

Los otros amores allí.



Así partí, náufraga, a intentar

no naufragar. A reflotar.



Existe siempre una cima más alta,

cada vez más perfecta

Una voz, un sonido, un gesto

en mil gestos soñados.



Un corazón que late al mismísimo compás

que el mío.

Un andar de infinitas tristezas recogidas en manojos

y encapsuladas en el alma,

Un grito mudo esperando también un milagro...



Hay un vuelo que es

tal vez

el más alto,

el más elevado.

Y quizá ese vuelo me atreva a subir,

a arriesgar mi corazón recién

recompuesto o

tal vez

desarmado.

Y puede que

cuando nos atrevamos

a

vivirlo

suframos el pánico

de caer

estrellados al suelo.



Acaso existe siempre una última

posibilidad para nuestras alas.

Habrá que abrirlas y

dejarse llevar

por el riesgo o

si no... dejarlas bajas

y retirarse allí donde...

nada duele, nada se siente.
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XI.



Posiblemente nunca

sepas

de estas exabruptas

aguas extrañas que caen

por mi cara

sin tregua,

disparando adioses y holas

intermitentes.

Quizá jamás te

enteres

del milagro

de cuatro joviales

pupilas soñando...

Es probable sin

embargo

que

una suave risa te circunde

y hagas que todo

haya transcurrido

con sosiego mesurado.

Tal vez...una vez

tu cara añeja

en el espejo

te traiga el recuerdo

de aquélla furia solapada

y salgas como

siempre a tu calle

tan solo para comprobar

el paso eterno y sucesivo

de las cuatro estaciones.

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XIV. A JOAN MANUEL SERRAT


Traspasaste sueños

improbables.

Moviste cabezas paralíticas y maltrechas.

Anduviste provocando

auges de caderas

universalmente

dispuestas al acecho

de tu etérea presencia.

Hiciste que los escépticos

se detuvieran...

y de un reojo disimulado

se preguntasen (¿...?).

Fuiste de un lado a otro de esta Tierra

y sólo Dios sabe

la mística sensación

de tu siembra.

Dijiste casi todo

esparcido elegantemente

en versos

que siguen

respirando nostalgia

de realizarse...

Cumpliste con este

mundo rotundo,

frágil

espeluznante.

Despertaste y

despertaron infinitas

almas expectantes, a veces

añejamente esperanzadas.

Sí, has traspasado sueños

probables e improbables.

Has sido esencialmente utópico

en esta Tierra.

Pero te has ganado también el mejor

lugar en la utopía,

ésa que tal vez un día

sea barrilete de cualquier

criatura cosechada

por la multiplicación

de tus sueños.

Los que remotamente

imaginaron tus pupilas

inseguras, las de esos años que uno sabe.

Sí, lo lograste.

Y ahora, todos, desde

abajo del escenario

te siguen reclamando

agobiantes que

reiteres la musical

fragancia de tus

neuronas,

que no termines nunca

de inyectarles felicidad

ésa que dura dos horas

y luego queda impresa en una

célula cualquiera,

esa misma que permite que al otro día despertemos

y comprobemos

que a pesar de todo

el corazón nos sigue

golpeando

pidiéndonos que salgamos

y caminemos reproduciendo

sueños improbables-realizables.