martes, 25 de agosto de 2020

PODEMOS NO PODER PUDIENDO. Catalunya sí pudo.

 Fue una pregunta que me hizo un gran amigo hace un tiempo. Habían pasado ya unos años desde que en 2013, empezáramos a movilizarnos debido a una situación económica y social urticante y tras el pistoletazo de salida que pareció ser la Primavera árabe y el tan sonado 15M.

 Pero en aquel momento no respondí a su pregunta:"¿qué opinas de podemos no poder pudiendo?" O quizá dije algo banal, efímero.

 Seis años desde el 2014. Nueve desde que abrí este blog, en 2011, un mes antes de la publicación en versión española del librito ¡Indignaos! 

 Pero ni se indignaron ni se comprometieron (en junio del mismo año 2011, Stéphane Hessel publicó ¡Comprometeos! Ya no basta con indignarse)

Años que transcurrieron de forma vertiginosa y aquí vuelvo. Que porqué me fui o dejé de escribir y porqué regreso, no considero necesario explicarlo. Tal vez fue por una larga mirada en modo observación e indignación alternadas, replicando en Twiter con urgencia y suma adicción a la brevedad, a la información y a la convicción de que debía ser veloz y advertir, comunicar...todos los días, todos estos años.

 Tampoco sirvió. O sí. Unos cuantos seguidores y la satisfacción de no haberme equivocado. Pese a perder a buenos compañeros y buenas compañeras activistas. Pese a un linchamiento al uso por parte de los ofendiditos, esa generación que tiene las teorías del siglo XIX revueltas en la cabeza y revueltos andan, en el revisionismo constante y rizado, que es para mí este siglo XXI.

 En medio de ese cambalache político, de neo políticos y de aparentes nuevos partidos; en medio de la ilusión mágica constante a la que apelaban para sumar adeptos, fieles, en suma: votantes; en el epicentro de la "nueva política" se realizó un Reférendum por la Independencia de Catalunya. 

Sabemos cómo se precipitaron los hechos y conocemos los resultados. Al menos, internacionalmente, se conoce y se califica la conducta del Estado español. No hace falta señalar la herida que está abierta, a la vista del mundo, en silencio y con los puños cerrados.

 Ellas y ellos, el pueblo catalán, sí se indignó y sí se comprometió: al igual que su legítimo presidente en el exilio. Exilio elegido, como casi todos los exilios. Por inteligencia jurídica, política, estratégica y por convicción. Aún cuando hay quien osa llamarlo traidor por no citar los adjetivos que llegan desde la parte estatal. Ya no es la hora de analizar ni de reprochar ni de arrepentirse. Tal vez porque no me interesa emplear energía en ello. No al menos en este blog.

 Las sociedades tienen a los gobernantes que se merecen. O en todo caso a quienes votan. Votan sin saber que están encomendando la gestión de su dinero, de sus horas de trabajo, de su salud, de su educación, de su modo de pensar... Tampoco es la hora de hablar más de España y su ethos, su modo de ser. 

Desde el año 2017, miro casi en exclusiva, a Catalunya. Con admiración, con respeto, con ilusión y deseo de que consigan su objetivo. Lo lograrán. Eso es seguro.

 Va pues mi primer artículo de una etapa diferente y definitiva. Muy diferente. 
Solo que si en próximas publicaciones, escribo de la política en Catalunya, será inevitable, por rigor, citar a España en lo que le toque.

 Pudieron poder pudiendo. Esta es la respuesta.

 Las mareas y las Marchas del 22M Dignidad, con la confluencia de casi dos millones y medio de personas en Madrid, fue una oportunidad histórica inolvidable pero perdida. Totalmente perdida. 

El establishment, el verdadero jefe, citó a las cabezas visibles, a los más gritones, a los más ruidosos y les indicó el marco. El marco del cual no hay que salirse si se quiere pertenecer al orden establecido. Eso hicieron: integrarse en la "cloaca", intentar taparse la nariz pero oliendo con rabia de postureo.

 Las honestas y honestos sobreviven. Continúan su marcha aquí y allá. Hasta que los caminos se junten o se bifurquen. Hasta que el colador de la Historia nos vuelva a regalar esa limpieza cíclica, tan necesaria como el equilibrio, como el agua y la supervivencia.

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