miércoles, 6 de abril de 2011

Indignáos sí. Cambiar también.

Acaba de publicarse Indignáos
Millones de ejemplares vendidos en Francia y otros tantos en España. Prologado por Sampedro, todavía no pude ir a hacerme con un ejemplar. Pero sí sé de qué trata básicamente. Es un llamamiento a los jóvenes a actuar- además de indignarse- por la atrocidad que hemos construído como especie humana.
Todos los comentarios publicados por mí en este blog tienen que ver con pequeñas y grandes cuestiones que indignan y no se resuelven: políticos sin saber dominar el arte de la oratoria además de robarnos y mentirnos, profesores sin pedagogía, jóvenes condenados a responder en 60 minutos unos 30 cruciales años de Historia española contemporánea; jóvenes a los que no se ha nutrido de un lenguaje apropiado para comentar a grandes filósfos que hablaron y vaticinaron sobre lo que ahora es el estado del planeta. En fin, y otras más banales como el uso del aerosol que nos mata y contamina sin que ningún ministro o ministra de Sanidad lo prohíba.
Pero luego de la indignación que no es otra cosa que la toma de conciencia como sujeto protagonista de la historia, como hacedor del día a día que construye los resultados, luego de ese "darse cuenta" debe venir la acción.
El punto está en que la acción violenta no nos sirve ni nos ha servido jamás. El mal y el bien enfrentados siempre existieron. Y siempre lo hemos interpretado como una guerra de fuerzas donde debe haber un ganador y un vencido.
Pienso que este esquema tampoco nos aporta cambios sustanciales.
Decía en páginas anteriores que el CAMBIO ES CULTURAL (parafraseando a Paco Ibañez)
Estoy convencida que debe ser así. Manifestarse y quejarse lleva luego al poteo y el hazmereir de los que "mandatan" Nada cambia al día siguiente de una manifestación ni después de romper las instituciones que se reúnen en el Grupo de los más ricos.
Defender nuestro derecho a no ser humillados solo por ostentar un poder dado gracias a la ventaja de haber llegado antes a la cúpula, es una forma muy efectiva de comenzar a cambiar las cosas.
Si en nuestro pequeño cosmos cotidiano aceptamos mansamente que se nos maltrate, que no se ños enseñe a no fracasar, que no nos atiendan educadamente, que no se trabaje honesta y consideradamente para permitirnos crecer...si no reaccionamos a todas estas pequeñeces, es casi imposible que luego pretendamos encontrar personas que se indignen ante millones de hermanos humanos cayendo de hambre o castrados o golpeados y tantos etcéteras.
Ortega y Gasset estaba convencido que el cambio cultural de España radicaba en un cambio crucial en la Educación. Los de la generación del '98 también proclamaban asqueados que había que renovar el lenguaje literario y por ende inyectar progreso a la cultura española.
Aunque más allá de España, siéntase o no europea y más allá aún de Europa y su tremendo bagaje cultural, tenemos a la Tierra entera, a la Naturaleza en cuerpo y alma, esperando que nos indignemos de verdad y cambiemos los males. Corregir es de sabios dicen.
Somos inteligentes. Desechamos día a día esa materia prima. Ignorar o mirar para otro lado nos destruye.
El daño, el mal, están para recordarnos que debemos, inexorablemente, hacer andar nuestro potencial, nuestra fuerza digna.
Decir NO. Comenzar por decirle NO a aquello que nos parece destructivo. Decir NO al desequilibrio económico. Decir NO a que nos insulten o nos roben.
DECIR NO A LOS CASTIGOS QUÍMICOS a que se está exponiendo a nuestro hábitat.
DECIR NO, DECIR NO. Pero activamente, negándonos a ofrecer nuestro servicio si las cosas continúan por este andrajoso camino de hipocresía descarada.
Cuando individualmente aparece el mal, nos alarmamos y emprendemos la lucha para combatirlo. Nos reunimos y nos consolamos en ese mal común.
Así es como existen cantidades de Organizaciones buscando ayuda y sensibilidad. Más solidaridad.
Si egoístamente despertamos a la capacidad de luchar cuando la tragedia enciende sus luces en nuestra propia puerta ¿por qué no, entonces, sucede los mismo cuando hace tiempo que enmohece nuestra Tierra?
La energía que palpita en este -nuestro mundo- se nos pone rancia.
¿Qué tenemos que esperar que ocurra para comenzar a cambiar radicalmente aquello que hace daño a seres lejanos de nuestro entorno?
¿Acaso esperamos conocerlos o que sean parte de nuestros lazos de sangre?
Antes o después, lo dije en otro artículo, el dolor y el sufrimiento se nos presentan. A todos sin excepción. Cosa aparte es el disfraz que se ponga.
Indignémosnos de una vez y digamos "BASTA de destruirnos"
Somos nosotros los responsables porque lo permitimos. En tanto continuemos dejando que nos anestesien y nos mientan. Echar la culpa al que nos representa es de cómodos, disfrutar con nuestros pequeños y frívolos logros materiales es de una inconsistencia fatal.
No existe la felicidad si parte de mis hermanos están cayendo ante el horror. Esa es la llave oxidada que debemos tirar.

Joaquín Sabina en mis pensamientos otra vez a través de sus espitiruales versos:
"me cansé del Caín y los Abeles, con lo que eso duele..."

Erradiquemos el gen que nos hace pelear sin construir luego. Este caos actual se nos ha puesto en primera fila para poner a prueba nuestra capacidad de espabilar y decirle "Ya no más"

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