Un descanso de reflexiones e impotencias puede ir muy bien acompañado de
libros, música, silencio o cuanto se les plazca.
La próxima semana comentaré sobre delicias del sistema.
Mientras tanto, me permito mencionar otro tipo de delicias más llevaderas al corazón:
Gabriel Celaya, su poesía. Especialmente la interpretada por Paco Ibañez (quizá conforme la copia de You Tube)
Si el ánimo baja o declina por el frío y la nieve, hay una canción que se llama Más de mil motivos. La cantan, entre otros, Serrat y Sabina y la letra es tan simple como verdadera.
Para los del hemisferio con calor, un libro abajo de la sombrilla con un buen refresco no está demás:
-Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe (una dulzura de persona)
-Mañana no será lo que Dios quiera de Luis García Montero
-Romper una canción de Benjamín Prado (cuenta cómo se gestó Vinagre y Rosas, el disco de J.S.)
-Todo Sherlock Holmes,...una edición muy buena que ahora no recuerdo quién publicó.
-Cualquier Alianza de Bolsillo
-o nada
Estos libros valen también para leer con frío y cognac.
Agrego uno especial que se llama Si te dicen que caí de Juan Marsé. Cátedra acaba de sacar una edición doble por 18 euros.
Más música:
Elegirla depende de la edad, de la resistencia auditiva y del ánimo -sobre todo si se está leyendo-
El cantar de los Nibelungos de Wagner no está mal sugerirlo.
Mozart en toda su extensión
Vinagre y Rosas si solo se quiere oir música y poesía.
Y Pink Floyd, El lado oscuro de la luna, si uno quiere imaginarse cómo fue el pasado.
Para recordar el futuro nada mejor que un órgano bien interpretado como en el disco de Rick Wakeman en Viaje al Centro de la Tierra.
Más sugerencias serán apreciadísimas. Buen fin de semana.
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